viernes, 13 de septiembre de 2013

EL DECEPCIONANTE OBAMA Y LA SOMBRA DE LA GUERRA


Hace aproximadamente un año manifestaba a mis cercanos la preferencia que tenía porque en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ganara el entonces candidato a reelegirse Barack Obama, demócrata, por encima de Mitt Romney, republicano, bajo el sustento de que más allá de una nula agenda beneficiosa de los contendientes para con para México y América Latina (en general), sí veía en el hoy reelecto mandatario un discurso antibélico que por lo menos marcaba cierta distancia con la clase política más perjudicial para el mundo, diferensiándose en su momento de su satánico antecesor George W. Bush.

Y es que Obama desde que ganó su primer periodo presidencial, en 2009, siempre pregonó su postura en contra de la ocupación gringa en Irak, apostando por la salida de sus tropas de aquel país oriental.

Sin embargo, pese a todo lo que el presidente estadounidense nos vendió a través de su eslogan pacifista (inclusive distinguido con el Premio Nobel de la Paz en 2009) las movilizaciones bélicas desplegadas en Afganistán y en el propio territorio iraquí durante su mandato persistieron, bajo el pretexto de perseguir a la red terrorista Al Qaeda, a los talibanes y demás enemigos del imperio norteamericano. Lo que ocurrió con las tropas de Estados Unidos en Irak fue más bien una derrota consumada, justo en el momento de la entrada de Obama, y más bien esa fue la razón por la cual los cuerpos de combate tuvieron que dejar ese territorio, muy al margen del pretexto oficial pronunciado por el funesto Bush, quien refería la necesidad de nulificar las armas de destrucción masiva que, en teoría, poseía el hoy finado Saddam Hussein (argumento totalmente desmentido).

En estos días, Obama (o sus jefes) tiene puesta la mira sobre Siria, como una respuesta al supuesto uso por parte de las autoridades de ese país asiático de armas químicas en las cercanías de Damasco (capital siria), en perjuicio de civiles inocentes. Sin embargo, al igual que ocurriera con Bush y las armas de destrucción masiva en Irak, hay una carencia notable de pruebas, principalmente para deslindar la responsabilidad sobre dichas acometidas lesivas, ya sea que el régimen de Bashar Al-Assad las haya usado, los propios rebeldes sirios o alguna entidad externa (por ahí soltaron en redes sociales el nombre de Israel).

Acá lo que me parece más preocupante es que la figura del presiente de EE.UU. carece de autonomía, de poder de decisión, que responde a intereses concretos que no tienen para nada que ver con la propia ciudadanía estadounidense y mucho menos con la seguridad internacional.

Hace unos días el Senado estadounidense consensó la aprobación para el despliegue militar de EU en Siria, un hecho insólito y reprobable toda vez que diversos sondeos han revelado que más de la mitad de los ciudadanos estadounidenses están en contra de esa medida (por no decir que ya incitar a la violencia es censurable).

Por lo menos desde principios de los años 90, con la intervención de Bush padre en la desatada Guerra del Golfo Pérsico, se ve el interés que los poderes fácticos imperialistas tienen en la sobre algún bien natural de alto costo, que mueve los hilos de la geopolítica internacional, también llamado «oro negro», mismo que abunda en aquellas tierras «conflictivas».

Y no hay más, el intervencionismo desestabilizador estadounidense en Medio Oriente (desde la Primavera Árabe hasta el descarado apoyo a los rebeldes sirios) tiene como objetivo final el incómodo Irán, nación de ancestral repudio para EU pero de amplios intereses estratégicos, principalmente por sus recursos petrolíferos.


Hasta el cierre de esta columna, el posible ataque de Estados Unidos a Siria todavía era una interrogante, a definirse muy probablemente en la cumbre del G-20, llevada a cabo en San Petersburgo, Rusia, nación que por cierto podría resultar ser el fiel de la balanza para evitar o propiciar un conflicto bélico con proporciones regionales (en primera instancia) y mundiales (a posteriori) devastadoras, considerando que aún falta valorar la intervención de actantes como China, Francia, Israel y las coreas, con conflictos latentes hoy en día.

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