Pensaba
hablar de mil cosas pero aprehendieron a Elba Esther Gordillo. Y lo hicieron un
día después de que Enrique Peña Nieto (EPN) y Emilio Chuayffet presentaran la
famosa Reforma Educativa, justamente un evento en donde el Secretario de
Educación (claro antagonista de la lideresa sindical) prácticamente dilapidaba
la continuidad de quien todavía era cabeza en el Sindicato Nacional de
Trabajadores para la Educación.
Con
estos simples datos llegó a mi cabeza esa frase que tanto les gusta usar a los
políticos: «en política no hay coincidencias». Y les doy la razón.
Justo
después de la detención de Gordillo también llegaron los paralelismos a la
opinión pública, y cómo no, sólo bastaba ejecutar un poco de racionalismo
simple para encontrar sumos espejismos. Sobre todo para quienes asumimos que el
ex presidente Carlos Salinas de Gortari (CSG) está detrás de Peña Nieto, se nos
hizo fácil pensar que el mexiquense utilizaría la misma estrategia que su guía.
De esta forma, encontramos las siguientes emulaciones del hoy ocupante de Los
Pinos con su mentor:
1) EPN como CSG se instalaron en la silla presidencial en
medio de turbios procesos electorales, con una clara falta de legitimidad.
2) EPN como CSG requerían dar un golpe mediático que disipara
las dudas que un amplio sector de la población tenía respecto a su persona y su
actuar político-electoral.
3) EPN como CSG han detenido a una escoria indefendible: lo
que con Salinas en 1989 fue la aprehensión de Joaquín Hernández Galicia «La
Quina» (en su momento líder del Sindicato de Pemex) lo es hoy Elba Esther para
Peña.
4) EPN como CSG tienen proyectos de nación con muy
cuestionadas medidas que a mucha gente no le agradaran, por lo que requieren
algún tipo de respaldo en cuanto a popularidad (mediática principalmente): a
Carlos se le avaló la incorporación de México al Tratado de Libre Comercio de
Norteamérica después del «Quinazo»; Enrique va por el IVA en alimentos y
medicinas, más la consabida intención de privatizar Pemex, medidas nada
populares, pero ahora lo hará después de haber detenido a la también apodada
«novia de Chucky».
Para
nada descubro el hilo negro, ya muchos lo han dicho, aquí también: quitar a
Elba Esther Gordillo, en términos reales, sólo ayuda a que esa persona no sea
la que gaste el dinero público en asuntos privados, pues seguramente alguien la
reemplazará y hará lo propio con el erario; sumado a eso, desde luego que no
representa un avance en el sistema educativo toda vez que su campo de acción es
el sindicalismo, o sea lo laboral.
Era
evidente que vivía en el error quien pensaba que con la muerte del perro la
rabia se acabaría. Dice mi héroe Woody Allen que «la vocación del político es
hacer de cada solución un problema» y, en este caso, las dificultades latentes que
veo luego de eliminar a Gordillo del mapa sindical son tres: a) Justificar
tantas sospechosas coincidencias en la detención (las que aquí ya se
mencionaron; ¿por qué no fue antes?) b) Seleccionar el perfil ideal para
encabezar el magisterio y c) ¿Para cuándo Carlos Romero Deschamps (el hoy líder
del Sindicato de Pemex)… y quizá una cuarta, aunque menos importante: ¿en dónde
se van a guardar el Partido Nueva Alianza?
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