En
recientes semanas tuvimos ciertos sucesos que dada su importancia acapararon el
interés general. El principal, a mi juicio, la explosión en la torre de Pemex,
en la ciudad de México, en donde los hechos todavía no están ni cerca de ser aclarados,
siendo sí un dato contundente las 38 vidas perdidas a causa del incidente. ¿Y
luego de qué se habló? De asteroides, meteoritos, legisladores alcohólicos,
pifias de mandatarios y, como siempre, fútbol y ocio.
El hecho de
incorporarnos al tren de la información hace que decisiones tan importantes
como la reciente aprobación de la Ley de Amparo salgan del debate público. Aquí
es en donde me parece que la estrategia de comunicación del ocupante de Los
Pinos ha funcionado (para él y los intereses de quienes lo mueven) porque hoy
parece haber un tema que ya se pasa por alto, que no acapara la mayoría de los
titulares, mismo que se le recriminó hasta el cansancio a su propio antecesor
(con justa razón) y que debe ser del principal interés de la población: la
violencia. Si nos guiáramos por los medios tradicionales, es evidente que
habríamos creído que la guerra contra el narco terminó con la salida de Felipe
Calderón; en cambio, si nos rigiéramos exclusivamente por el contenido de las
redes sociales, más fácilmente perderíamos el hilo de una narrativa criminal
que fue sello del panista, pero que por razones estratégicas se está disociando
del priista. La realidad nos dice otra cosa: la cifra de muertos durante los
primeros dos meses de la administración de Enrique Peña Nieto arroja el saldo
funesto de dos mil 243 asesinatos producto de la guerra contra el narco, la
mayoría de ellos carentes de certeza sobre si fueron criminales o inocentes,
esto según la propia Secretaría de Gobernación (con datos ultra filtrados).
Siempre
he sostenido que las cortinas de humo se crean o se aprovechan; sin embargo, hoy
con tanta información al alcance ya ni siquiera es necesario inventarse
apariciones de chupacabras pues un contenido llamativo, siendo bien ubicado y
comentado, puede dar para hacer que todos volteen a verlo, evitando así que se
hable de temas inconvenientes para los poderosos.
Continúa
la violencia pero ya no está en boca de todos, en otras palabras, la estrategia
de comunicación peñanietista hasta el momento ha funcionado. Y no quiero ver lo
que se van a sacar de la manga cuando sea el momento de alzar la voz en contra
de la Reforma Energética que nos quieren imponer.
Parece
mentira pero aún vemos que las teorías sobre medios masivos que muchos tachan
de obsoletas perduran en su vigencia, quizás camufladas por las nuevas
tecnologías. Qué razón tenía Herbert Marcuse cuando aseveraba que el estado
capitalista jugaba a ejecutar una suerte de esclavización informativa a través
de los medios masivos de comunicación; yo veo algo parecido a eso.
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