Cada que escucho discursos o
pronunciamientos de nuestros «maravillosos» actores políticos me es inevitable
pensar que, si excepcionalmente llegaran a la verdad, pende sobre sus
respectivas figuras la máxima aristotélica de que el castigo de todo embustero
será que nadie le crea, aun cuando diga la verdad.
Es obvio que aquellos
ostentan el poder no te van a vender pan duro, deben tener siquiera una dosis
de pudor y recato para cumplir sus objetivos particulares, de ellos y de
quienes los manejan.
Esta semana, Enrique Peña
Nieto y su gabinete nos comunicaron su proyecto de Reforma Energética. No hubo
novedades: básicamente la incursión de la iniciativa privada en el sector
energético. Acá lo que me pareció descarado, de mal gusto y hasta burlón, fue
esa referencia pueril e ignominiosa que hicieron a las palabras del general
Lázaro Cárdenas del Río, icónico expropiador del petróleo mexicano, sobre quien
se dijo que tenía en mente el trabajo conjunto con la iniciativa privada para
los procesos de extracción de crudo, omitiendo el pequeño gran detalle de que
esa postura fue manifestada por el ex presidente en un contexto de transición
(de empresa privada a pública), cuando aún Pemex no existía. Sí me indigna pero
no me sorprende.
Así como los peñanietistas
osaron con burlarse de nosotros tomando alguna parte de la historia a su
conveniencia, descontextualizándola, así es la manera de operar de esos «listos»
funcionarios, quienes ya antes nos vendieron la idea de un estado apegado al
marco legal, por ejemplo, con el encarcelamiento de la indefendible Elba Esther
Gordillo, las detenciones de no sé qué tantos figurines del crimen organizado
(como el «Z-40») y la liberación de algunos mandos castrenses, quienes
aparentemente fueron presos políticos en el pasado sexenio. Es posible que los
mencionados hechos sí que estén sustentados bajo las leyes mexicanas, sin
embargo, a cambio de los referidos hechos, pretenden que los ciudadanos
olvidemos cómo consiguió el PRI regresar al poder (compra de las elecciones),
cómo han exonerado al a todas luces saqueador Raúl Salinas de Gortari y cómo ha
quedado libre el incuestionable líder del narco en los 80, Rafael Caro Quintero.
De paso nos dejan ver abiertamente la ilusoria idea de la separación de poderes
del estado, al quedar condicionado el Poder Judicial por el Ejecutivo federal,
notorio a más no poder en este inicio de sexenio.
En el caso del petróleo en
México es claro que algo hay que hacer en la materia; no es posible que la
cuarta empresa productora de petróleo en el mundo, Pemex (según el «PIW ranking
que publica Energy Intelligence»), tenga tan precaria calificación en materia
de renta petrolera, ocupando el lugar 34 (según la revista «Fortune»).
Para los oficialistas
próceres del neoliberalismo es claro que la respuesta se encuentra en la mano
privada, para «modernizar» el sector energético en el país. Per se el sector
privado no lo puedo catalogar como negativo (aunque el ejercicio de la
iniciativa privada trae consigo múltiples vicios), lo que realmente alerta es
el hecho de dimensionar quién es el que me está proponiendo o intentando
convencer acerca de una idea «favorable» para el país: a lo que voy es que si quienes
hoy ostentan el poder mañana me vinieran con la idea de un nacionalismo
recalcitrante, de cualquier forma no hay manera de que uno como ciudadano les
pueda creer un ápice de lo que dicen.
Para mí todo lo que diga
Enrique Peña Nieto, por ejemplo, tiene tufo a engaño, a viveza, a quererme ver
la cara. Y es que no olvido lo que el hoy presidente de la República pasó por
alto durante su gestión al frente del Estado de México (protección del ex
gobernador priista Arturo Montiel, enriquecido a costa del erario público), así
como tampoco olvido la represión en San Salvador Atenco (2006) y la manera en
la que se hizo de la presidencia (fraude electoral 2012).
En este caso suscribo
aquello que escribía el teórico de la comunicación Harold Lasswell en los años
40, en el sentido de que valoro el argumento de una figura pública tomando en
cuenta el famoso «qué dice quién, por qué medio y a quién».
El sector energético en
México para mi gusto necesita ampliarse de la mano de la transferencia de
tecnología (hay que voltear a ver a Arabia Saudita con su Saudi Aramco, la
principal productora de petróleo en el mundo, 100% estatal), que no es cosa del
otro mundo, para utilizar a Pemex como eje central para el desarrollo del país,
evidentemente bajo control total del estado, además de la urgente construcción
de refinerías para de una vez por todas transformar el petróleo aquí mismo para
nuestro propio consumo. Aclaro: este es mi pensar sobre el petróleo en México,
pero si eso mismo me lo dijera el actual secretario de Energía o algún analista
de Televisa o el propio presidente, es claro que algo me olería mal,
esencialmente porque me lo estaría diciendo alguien que vive en la farsa.
Hola, leyendo el articulo se reconoce el gran interès que le pones al tema, solo que me parece muy rebuscada la explicacion del mismo, lo que impide entender claramente la esencia del discurso....tal vez si buscas ser sintetico se entiende mejor tu posicion, spero y lo tomes a bien.un fuerte abrazo
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, nunca he pensado que el interes del PRI por retomar el poder sea "ayudar" todos o la gran mayoria tienen solo interes personales, la privatizacion les va a llenar los bolsillos de dinero, ni siquiera les importa el futuro del pais ¿quien invierte en un negocio que no da dinero? pues nadie! o como nos quieren convencer de que los inversionistas vienen a salvar a PEMEX, no se quien vota por el PRI y el que lo hace que es lo que espera, te felicito por tu analisis, saludos.
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