En estos días la opinión
pública le ha entrado al debate sobre la legalización de la marihuana.
Está claro que en México fue
el ex presidente Vicente Fox quien trajo a los reflectores esa vieja discusión,
pero no precisamente a partir de él se hace un antes y un después sobre el
tema. Desde mi punto de vista las intenciones de ese impresentable político y
empresario deben tener en el fondo alguna otra turbia pretensión que nada tiene
que ver con el debate profundo sobre el tema.
Más que obvio resultan las
diferentes posiciones oficialistas al respecto: por un lado los partidos de
derecha, PRI y PAN, claramente nunca han tenido las intenciones de subir al
debate la discusión sobre la legalización de la mota; obviamente que la Iglesia
Católica siempre se mostrará como opositora a todo lo que desde sus cánones
considere como malo; y, como era de esperarse, los partidos con una tendencia seudo
izquierdosa, como es el caso del PRD, son los que están a favor. En general
pura retórica.
Estoy convencido de que el
consumo de la marihuana es menos dañino que el del alcohol y el del tabaco e,
igualmente, tengo claro que el permitir que de manera legal se consuma la
cannabis no incrementará ni disminuirá los índices de consumo (estudios dicen
que en Portugal no hubo variación pero en Holanda sí; ninguno de esos países
muestra resultados alarmantes).
Tampoco me voy por la fácil
de decir que primero nos debemos ocupar en educar a la ciudadanía para,
posteriormente, ofrecerles alternativas en el consumo de sustancias
«peligrosas», para que la gente tenga el criterio más formado al elegir por qué
sí o por qué no se van a drogar; ese argumento me parece una evasiva
reduccionista y chabacana porque la educación es fundamental para este tema y
para todos.
Hay un hecho concreto en
México: la marihuana lleva años consumiéndose, más allá de la legislación al
respecto.
¿Qué es lo mejor que podemos
entonces?
Yo digo que al consumo de la
marihuana se le tienen que quitar la mayor cantidad de elementos negativos que
le rodean. Al legalizar la mota podrías cobrar (como gobierno) impuestos en su producción,
distribución y consumo; automáticamente desaparecerían las riñas propias del
clandestinaje, al convertirse en una actividad transparente; en mi parecer no
aumentarían los índices de consumo toda vez que ya en la actualidad es una
droga de fácil acceso; creo que también se mitigaría el uso de drogas más
dañinas (crack, heroína, o drogas diseñador) al reducirse su costo (las leyes
de la oferta y la demanda harían que su costo baje) y tener menos procesos
químicos.
Eso sí, me parece absurdo
pensar es que a raíz de la hipotética legalización de la marihuana en México se
acabaría con el problema del narco (lo he escuchado, por eso lo escribo); nada
más falso. Recordar que el narcotráfico en este país ya ni siquiera es la
circunstancia medular, estamos hablando más bien del crimen organizado en todas
sus facetas (robos, secuestros, tráfico de personas, extorsión). Tampoco me
vengan con lo de la utilización medicinal de la mota; lo trascendente en
realidad es aprobar que se use de manera recreativa, el hecho de que con la
mayor tranquilidad del mundo uno pueda encender un churro y fumárselo sin más.
No entiendo a aquellos que
se cierran la cabeza pensando que el ser humano puede conseguir la plenitud
existencial sin algunos gustos que en determinado momento pueden ser dañinos,
que en muchas ocasionen llenan el alma y que, en el peor de los casos, te hacen
pasar un buen rato. Qué sería de la humanidad sin que la gente pudiera fumarse
un rubio, tomarse un vino, ingerir antidepresivos, somníferos o ansiolíticos;
que sería de las personas sin religión, música, libros, Internet, comida
chatarra, sexo, cine… A lo que voy es que un porro no te va a matar, lo que en
todo caso te perjudicaría es pasártela todo el día fumando, lo mismo que si te
la vives permanentemente bebiendo refresco de cola o haciendo ejercicio en
exceso.
Hasta el mismo Jesucristo
decía que lo malo no es lo que entra en la boca del hombre sino lo que le sale
de ella.
La marihuana en sí no es el
problema; si un mariguano mata a alguien no será por su afinidad a la mota, será
porque un desorden mental (trastorno) lo invitó a cometer el crimen (destacar
que en el mundo prácticamente no se reportan muertes relacionadas directamente
con la cannabis, a diferencia de sustancias como el alcohol y el tabaco).
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